MADRID 21 May. (EUROPA PRESS) -
La República Checa, más allá de la fascinante Praga, esconde un mosaico de paisajes y ciudades donde el tiempo parece detenerse.
Esta primavera, te invitamos a explorar rincones auténticos que combinan la espléndida historia de sus palacios, la serenidad de su naturaleza virgen y el encanto de ciudades bohemias aún por descubrir.
Prepárate para un viaje tranquilo, que activará todos tus sentidos y te mostrará la verdadera alma de Chequia, lejos de las multitudes.
A solo unas horas del Puente de Carlos se localizan castillos con historia, ciudades que conservan el alma de otras épocas, paisajes naturales silenciosos y lugares que todavía sorprenden, incluso a los que ya han recorrido buena parte del país.
Estas siete escapadas son una invitación a descubrir esa otra Chequia que se encuentra fuera de los circuitos más turísticos.
Telc, una ciudad reconocida por la UNESCO, emerge como una joya renacentista en la región de Vysocina. Su plaza principal, flanqueada por casas de colores pastel y arcadas, es un testimonio vivo del mejor Renacimiento italiano al norte de los Alpes.
El palacio de Telc, reformado en el siglo XVI, conserva techos artesonados y salas temáticas que transportan al visitante a otra época. Rodeada de estanques, Telc es el punto de partida ideal para explorar otras maravillas renacentistas checas.
En el corazón de Bohemia del Sur, Ceské Budejovice fusiona historia y el aroma de una de las cervezas más famosas del mundo.
Fundada en el siglo XIII, su inmensa plaza Premysl Otakar II, con casas barrocas y la fuente de Sansón, es un hito. La Torre Negra, símbolo del poder municipal, se alza con leyendas centenarias.
Y, por supuesto, no se puede visitar Ceské Budejovice sin degustar la auténtica cerveza Budejovicky Budvar en su cervecería o en la histórica taberna Masné krámy, un final perfecto para un día de turismo.
El Paraíso de Bohemia (CeskY ráj) es el primer geoparque checo declarado por la UNESCO. Este enclave entre Jicín y Zelezny Brod es un laberinto de formaciones rocosas de arenisca, castillos románticos y densos bosques.
Las formaciones de arenisca de Prachovské skály alcanzan los 60 metros y adoptan formas tan peculiares que han recibido nombres como faro, director de orquesta o diente de dragón. Caminar por sus angostas grietas, subir hasta los miradores o perderse entre torres y muros de piedra es una experiencia inolvidable.
El castillo en ruinas de Trosky, encaramado sobre dos peñascos volcánicos, ofrece una de las postales más icónicas del parque. En contraste, el elegante palacio de Hrubá Skála descansa sobre un promontorio rocoso, como suspendido en el paisaje.
Otros puntos destacados incluyen el castillo gótico de Kost y el refinado castillo de Sychrov, antigua residencia de los príncipes de Rohan, exiliados tras la Revolución Francesa
Al suroeste del país, el Parque Nacional de Sumava se presenta como uno de los enclaves naturales más extensos y biodiversos de Europa Central. Una buena forma de adentrarse en su paisaje es a pie o en bicicleta.
Desde la ciudad de Zelezná Ruda, se accede al lago Cerné jezero, el mayor de Chequia, y al misterioso lago Certovo jezero, rodeado de un bosque tan oscuro como las leyendas que lo envuelven. Muy cerca, la catarata Bílá strz cae desde trece metros sobre un escarpado valle.
Otra de las joyas del parque es la Selva de Boubín, uno de los últimos bosques primarios del continente donde basta observar los troncos caídos o la textura del musgo para pensar en cómo la naturaleza sigue su curso cuando no hay intervención humana.
Pero Sumava también es tierra de pantanos, como se descubre en la ruta Tríjezerní slat, en Modrava, que muestra un ecosistema de turberas glaciares donde flotan islas vegetales y árboles deformados por el clima.
Por último, no se puede dejar de mencionar Lipno, el mayor pantano del país, en cuyo entorno incluso se puede pasear entre las copas de los árboles.
Con un matiz más sombrío, la fortaleza militar de Terezín es una visita de profundo interés. Concebida en el siglo XVIII, su historia se tornó oscura durante la Segunda Guerra Mundial, cuando fue transformada en gueto judío y campo de concentración nazi.
Hoy, Terezín es un memorial que honra a las víctimas del Holocausto y preserva el legado de resistencia cultural que floreció entre sus muros, visible en el Museo del Gueto o el Columbario.
Como curiosidad, se puede añadir que por Terezín pasaron figuras conocidas como las hermanas de Sigmund Freud, la filóloga austríaca Elise Richter o el humorista Walter Lindenbaum. También fueron encarcelados allí familiares de políticos como Bruno Kreisky o John Kerry.
Entre las visitas más glamurosas se encuentra el palacio de Konopiste, una emblemática residencia aristocrática de Centroeuropa.
Esta fortaleza gótica, convertida en un palacio romántico, fue el hogar del archiduque Francisco Fernando de Austria, cuyo asesinato en Sarajevo desencadenó la Primera Guerra Mundial.
Sus interiores reflejan un lujo sobrio, con una de las armerías privadas más grandes de Europa y una fascinante colección de retratos de San Jorge con la intención de superar la colección del monarca británico.
Salones con gabinetes italianos, techos pintados y una galería de trofeos documentan la vida doméstica de una figura histórica que se movía entre la política y la obsesión por la caza.
Finalmente, en lo alto de un promontorio donde confluyen los ríos Moldava y Elba, el palacio de Melník domina el paisaje vinícola.
Esta residencia renacentista, hogar de 23 reinas y princesas bohemias, aún pertenece a la familia Lobkowicz. Sus estancias albergan colecciones de mobiliario e historia, mientras que sus bodegas producen el exclusivo vino Ludmila.
Muy cerca, la iglesia de San Pedro y San Pablo guarda en su cripta uno de los mayores osarios del país, y desde su torre gótica se admiran vistas espectaculares de viñedos y las cumbres volcánicas del Macizo Central de Bohemia.
Estas siete escapadas demuestran que Chequia, más allá de Praga, es un destino rico en historia, naturaleza y autenticidad, esperando ser descubierto con calma y sin prisas.
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