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Dormir entre 5.000 libros de manga o en antiguas casas japonesas originales propuestas para disfrutar de Tokio

MADRID 12 Ago. (EUROPA PRESS) -

Tokio no es solo una ciudad: es un universo donde el ayer y el mañana se dan la mano en una coreografía perfecta. Rascacielos que parpadean de neón custodian templos milenarios; el murmullo de las avenidas contrasta con el silencio reverente de los jardines zen. Aquí, cada viajero puede elegir su propia puerta de entrada a Japón.

Y para quienes buscan no solo visitar, sino vivir Tokio desde dentro, los hoteles temáticos de la capital ofrecen un pasaporte directo a mundos que van del bullicio de los festivales a la serenidad del té, del aroma del campo a la nostalgia de los cómics que marcaron generaciones.

Te proponemos cinco formas de descubrir Tokio a través de alojamientos que son en sí mismos un viaje.

1. Celebrar un festival cualquier día del año

En Nakano-Shimbashi, lejos de las rutas turísticas más trilladas, el recién inaugurado Omatsuri Base Hotel es una fiesta permanente. En Japón, los matsuri (festivales) son una explosión de música, faroles y color que suele durar pocos días, pero aquí se viven sin calendario.

Las camas imitan los mikoshi, pequeños santuarios portátiles que se llevan en procesión; las paredes están vestidas con faroles de papel; la banda sonora es la misma que se escucha entre los puestos de comida y juegos de un festival real. En la azotea, los huéspedes pueden probar la pesca con yo-yo, el lanzamiento de aros o degustar dulces típicos. Es como llegar a una celebración que nunca termina.

2. Dormir en una ciudad de postal del Japón feudal

En la era Edo, la carretera de Tokaido conectaba Tokio (entonces Edo) con Kioto, y Shinagawa era una de las paradas más animadas. Aún hoy, el barrio conserva ese espíritu hospitalario, y en sus calles sobreviven casas de madera convertidas en acogedores alojamientos como el Shukuba Hotel.

Entre tatamis y jardines interiores, el viajero puede tomar talleres de lacado, aprender a elaborar dulces japoneses o recorrer a pie los rincones donde el tiempo parece haberse detenido. Es un Tokio de techos bajos y puertas correderas, donde la modernidad aguarda, pero no interrumpe.

3. Redescubrir la vida en el campo japonés

A solo 60 kilómetros al oeste de Shinjuku, las luces de Tokio se apagan y dan paso a los bosques de Hinohara, un enclave donde el 93% del territorio es verde. En el Fujikura Schoolhouse Lodge, una antigua escuela primaria rehabilitada, la campana no llama a clase sino a experiencias rurales.

Aquí se aprende a cultivar en terrazas de montaña, a cocinar platos de la tradición satoyama con productos de temporada, o a recolectar hierbas y verduras que crecen a pocos pasos de la cocina. Es un respiro profundo para el viajero urbano y una inmersión en el Japón que vive de la tierra.

4. Convertirse en un maestro del té matcha

El té japonés es más que una bebida: es un arte. En Hotel 1899 Tokyo, en el distrito financiero de Shimbashi, cada gesto parece pensado para rendir homenaje a la hoja verde. Un cha-barrié -sumiller de té- recibe a los huéspedes con sencha o matcha de cortesía en el mismo vestíbulo.

Las habitaciones cuentan con teteras, selección de té y amenities con extracto de té verde; la cafetería del hotel sirve dulces y bebidas que fusionan tradición y creatividad; y una pequeña tienda ofrece mezclas exclusivas. No se trata solo de dormir en un hotel, sino de despertar con el aroma de un té recién batido.

5. Dormir entre miles de mangas

Para los devotos del anime y el manga, Tokio es un santuario, y el Manga Art Hotel, Tokyo es su templo más íntimo. Este hotel cápsula, cerca de la estación de Ogawamachi, está forrado de estanterías con más de 5.000 volúmenes, cada uno con anotaciones y recomendaciones personalizadas del equipo.

El ambiente recuerda a una biblioteca silenciosa, pero con la promesa de aventuras épicas a cada página. Y para prolongar la experiencia, Akihabara, el epicentro de la cultura otaku, está a solo unos minutos en metro, con sus tiendas, cafés temáticos y escaparates llenos de figuras coleccionables.

Desde un festival sin calendario hasta una noche rodeado de mangas, pasando por el silencio del campo o el ritual del té, Tokio demuestra que es capaz de ofrecer tantas experiencias como viajeros lo visitan. Estos alojamientos no son simples lugares donde dormir: son escenarios que invitan a vivir historias propias.

En la ciudad donde los trenes llegan con precisión milimétrica y los templos invitan a perder la noción del tiempo, alojarse en un hotel temático es otra forma de entender que Tokio no se visita: Tokio se vive.

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Aixo el comentari de resposta.
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