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Ruta gastronómica de lujo, restaurantes exclusivos para este verano

MADRID 7 Ago. (EUROPA PRESS) -

Recorrer el mundo a través del paladar y de la gastronomía es uno de los placeres de viajar. Descubrir restaurantes y conocer la cocina de las ciudades es uno de los mejores alicientes para hacer kilómetros y encontrar propuestas que combinan tradición e innovación, sostenibilidad y un gusto exquisito, como las que ofrecen en diferentes Relais & Châteaux, donde diseñan travesías para el paladar y la mente y la alta cocina se concibe como destino en cualquier rincón del mundo.

En esta ocasión, el único dilema es decidir cuál será el próximo destino y elegir en esta ruta gastronómica de lujo entre mesas remotas rodeadas de naturaleza hasta restaurantes urbanos que ofrecen un refugio del bullicio de la gran ciudad. Os dejamos algunos destinos culinarios que bien merecen articular un viaje este verano.

Un viaje que comienza en Madrid de la mano de los hermanos Sandoval en Coque, donde Mario Sandoval está al frente de la cocina, Diego en la sala y Rafael al frente de su magnífica bodega. Un espacio, diseñado por Jean Porsche, que inicia su recorrido por el Cocktail Room, con una ostra gallega y esencia de jalapeño; continúa en la Sacristía, donde se guardan los vinos del Marco de Jerez, con longaniza de toro bravo y mantequilla ahumada con roble para pasar al comedor principal, donde los comensales pueden disfrutar de platos como faisán guisado con trufa blanca o cochinillo con piel crujiente, acompañado de torrezno sazonado con pimienta de Sichuán y melaza. Un recorrido ideal para los paladares más exigentes.

Comer o cenar en mitad de un bosque es la propuesta de Le Chalet de la Forêt, ubicado en el entorno apacible del Bosque de Soignes (Bélgica), donde el chef Pascal Devalkeneer ha desarrollado una cocina creativa y depurada, marcada por la precisión y el uso de ingredientes excepcionales. La evolución de su estilo se refleja en platos como el rodaballo asado con salvia y limón confitado, servido con mantequilla avellana, espárrago blanco y setas silvestres o las mollejas crujientes con colmenillas y salsa de vin jaune. El cangrejo fresco con vadouvan, pain perdu, almejas y caviar osciètre revela también su habilidad para equilibrar combinaciones audaces. Además, su carta de vinos convive con su nueva aventura cervecera: 'Gueuze du Chalet', una cerveza de fermentación espontánea elaborada con Lambiek Fabriek e infusiones de hierbas del jardín y el bosque, como albahaca y canela o shiso rojo.

El viaje lleva a tierras francesas, concretamente a Le Cannet, ubicado en la Provenza-Alpes-Costa Azul, donde la parada obligatoria es en La Ville Archange para degustar de las propuestas del chef Bruno Oger y que ya han degustado estrellas del cine como Robert De Niro y Uma Thurman. La bastida centenaria en la que se encuentra ofrece interiores íntimos y elegantes que respetan el entorno histórico, aunque la terraza se convierte en el lugar ideal en cuanto brilla el sol, algo habitual en la Riviera. Oger resalta el dulzor natural y la textura de los productos marinos del Mediterráneo, con platos como salmonete marinado o rodaballo, mientras que los postres de Yohan Jara incluyen propuestas creativas como una mezcla de cítricos, sorbete de naranja sanguina y aceite de oliva. Más de 400 referencias en la carta de vinos garantizan maridajes perfectos.

En el parque más bello de Fráncfort, en el Palmengarten, se ubica el Restaurant Lafleur, que toma su nombre de la prestigiosa finca vinícola de Pomerol, y su cocina, que el chef Andreas Krolik describe como "clásica contemporánea", ya que combina modernidad y respeto por la tradición gastronómica. La sostenibilidad ocupa un lugar central en su propuesta, como ganador del Trofeo de Cocina Ética de Relais & Châteaux, ofreciendo un menú totalmente vegetal 'Ethical vegan cuisine'. Reconocido además por su dominio del pescado y el marisco, Krolik presenta una versión etérea del carabinero con espuma de vermut, zanahorias especiadas y limón confitado.

Recorriendo la Toscana, un clásico veraniego que nunca falla, la parada es en Arnolfo, que ocupa un edificio contemporáneo de cristal, mármol e hierro diseñado por los hermanos Trovato, con vistas a los tejados medievales de Colle di Val d'Elsa. El chef Gaetano Trovato elabora menús que reflejan la riqueza de la región con platos como la pasta plin rellena de pato del cercano Valdarno con oporto y garbanzos, o el pescado de la costa italiana como la lubina, acompañada de chirivía, lima y pomelo rosa. Un postre de chocolate, naranja sanguina y ron ofrece un final equilibrado, mientras que la carta de vinos, centrada en etiquetas italianas, celebra la riqueza vitivinícola del país.

Y dejando Europa se lleva a Los Ángeles para disfrutar de la gastronomía que proponen en Melisse, conocido como un "restaurante dentro de un restaurante", es un espacio íntimo de 14 plazas dentro de Citrin, un referente gastronómico en Santa Mónica. Los diversos paisajes y terroirs de California proporcionan la mayoría de los ingredientes que componen sus menús, con productores que van desde San Diego hasta el Valle de Napa y definen su identidad culinaria. El chef Josiah Citrin sorprende al comensal con el 'cromesquis de erizo' resalta la cremosidad y el umami del erizo de mar de la costa de Santa Bárbara, con las notas cítricas de la miel de yuzu fermentado que añaden una capa de complejidad. El menú puede incluir también una versión del clásico francés canard à la presse, rodaballo salvaje con setas matsutake y navajas, o langosta espinosa con caviar, melisa y crema de coliflor. Los petit fours cierran la comida con delicadeza, con opciones como una tartaleta de brie, gelatina de granada y chocolate con caramelo salado.

También un deleite para los sentidos, situado en un tranquilo suburbio de Osaka, es Kashiwaya, que fue en su origen un ryokan tradicional, y en su etapa actual como restaurante sigue rindiendo homenaje a las tradiciones culturales japonesas. El chef Hideaki Matsuo, que heredó el local, destaca la artesanía japonesa a través del estilo sukiya, característico de las casas de té con pantallas de papel, puertas correderas y suelos de tatami, que crean espacios íntimos. El menú se estructura en torno a ingredientes estacionales y de microtemporada, cambia cada mes e incluye once platos cuidadosamente compuestos, entre los que pueden encontrarse sashimi delicado de calamar y platija o el pez globo, muy popular en Japón durante el invierno. Cuidando cada detalle cada plato se sirve en vajilla artesanal, lo que realza la experiencia de hospitalidad y la armonía nipona.

En Sudamérica la cita es con un viejo conocido de la gastronomía española como Gastón Acurio, que acaba de regresar a Madrid con La Mar, pero esta parada nos lleva a Lima y a su icónico Astrid y Gastón. La chef pastelera Astrid Gutsche conoció a Gastón en la escuela de cocina de París y más de tres décadas después este restaurante sigue siendo un referente de la cocina peruana. El cuy, un ingrediente habitual en muchas zonas de Ecuador y Perú, se convirtió en su plato emblemático asado al estilo pato pequinés y servido en bao con encurtidos. Otros platos celebran la diversidad cultural del país, como el tiradito de vieiras y erizo de mar o los fideos udon con 'carbonara nikkei', incluidos en el menú degustación bajo el sugerente título 'Perú e Italia se abrazan'.

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Aixo el comentari de resposta.
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