MADRID 8 Nov. (EUROPA PRESS) -

Quien tiene un jardín pequeño o un patio con suelo pavimentado sabe lo difícil que es elegir un árbol adecuado. Se busca sombra, un poco de verde y, si puede ser, fruta; pero también que no levante el suelo ni requiera cuidados constantes. La realidad es que muchos árboles, por bonitos que sean, crecen demasiado o desarrollan raíces invasivas que acaban causando más problemas que alegrías.

Entre las pocas especies que reúnen todas las condiciones -poco espacio, poco riego y raíces controladas- destaca una con siglos de historia en el Mediterráneo: el granado (Punica granatum). Este frutal compacto da granadas jugosas cada otoño, resiste bien el calor y la sequía y puede cultivarse incluso en macetón, sin riesgo de dañar el pavimento ni de ocupar más de lo necesario.

El granado crece poco y se adapta bien a espacios reducidos. En un jardín alcanza entre tres y cuatro metros de altura si se poda de vez en cuando, y en una maceta grande puede mantenerse incluso más pequeño. Solo necesita mucho sol y un suelo que no acumule agua. Con esas dos condiciones florece de forma abundante y da granadas a finales de verano o principios de otoño, según recomiendan desde la web de jardinería Silvosa Hermanos.

Sus raíces son tranquilas y, a diferencia de otros árboles, no levantan el suelo si se planta con algo de espacio y el terreno drena bien. La clave está en elegir bien el lugar: dejar cierta distancia respecto a muros o pavimentos, regar en profundidad, pero no con demasiada frecuencia y mantener la tierra húmeda sin encharcarla, como explican los expertos de Jardín Postal en su guía de frutales de bajo mantenimiento.

En cuanto a cuidados, es un árbol muy agradecido. Basta con regarlo de forma moderada en verano y apenas en invierno, recortar las ramas secas o cruzadas a finales de la estación fría y añadir un poco de abono en primavera. Es una especie resistente al calor y a la sequía, que casi no necesita tratamientos si se planta correctamente.

Aunque el granado es una apuesta segura, hay otras especies que encajan muy bien en espacios reducidos y aportan color, sombra o fruto sin complicaciones. Estas son algunas de las más recomendables según los expertos:

El ciruelo, por ejemplo, es un frutal de tamaño medio que se adapta bien a patios y jardines pequeños. Sus raíces no son agresivas y en verano regala ciruelas dulces si recibe sol y algo de riego regular en los meses más calurosos.

El níspero es otra opción muy resistente. Florece en invierno y da fruta en primavera, lo que lo convierte en uno de los pocos frutales de cosecha temprana. Sus raíces son poco profundas y solo necesita sol y cierta protección del viento frío.

Los cítricos enanos, como el limonero o el naranjo, son ideales para cultivar en macetones. Requieren riegos algo más frecuentes que el granado, pero su aroma, floración y fruta decorativa compensan cualquier cuidado extra.

Y si se busca un árbol prácticamente indestructible, el olivo es la elección mediterránea por excelencia. Es muy resistente a la sequía, puede mantenerse pequeño si se cultiva en maceta y, con sol y paciencia, también acaba ofreciendo su propio fruto.