
Costa Rica se ha convertido en un modelo internacional de conservación, reconocida por su firme compromiso con el medio ambiente,
A pesar de su tamaño reducido, con una superficie terrestre de aproximadamente 51.100 km2 y un área marina de unos 574.725 km2, el país alberga más del 6,5% de la biodiversidad mundial en ecosistemas tan diversos como cordilleras volcánicas, bosques tropicales y costas que se extienden a lo largo de dos océanos.
Gracias a una estrategia sostenida de protección ambiental, hoy un 26% de su territorio terrestre forma parte del Sistema Nacional de Áreas de Conservación, posicionando al país como un referente global en gestión de recursos naturales y ecoturismo.
En este panorama, la provincia de Guanacaste ocupa un lugar fundamental. Ubicada en el noroeste del país, es una de las regiones con mayor número de áreas protegidas, que abarcan ecosistemas tan variados como bosques secos tropicales, manglares, zonas marinas, humedales y volcanes activos.
Espacios emblemáticos como el Parque Nacional Santa Rosa, el Parque Nacional Rincón de la Vieja y el Área de Conservación Guanacaste (declarada Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO) son ejemplos clave del esfuerzo nacional por preservar su patrimonio natural, proteger la biodiversidad y fomentar un modelo de desarrollo basado en la sostenibilidad.
A unos 22 kilómetros al noreste de Nicoya, el Parque Nacional de Barra Honda protege más de 2.295 hectáreas de naturaleza singular, donde un antiguo arrecife de coral, elevado por movimientos tectónicos, ha dado lugar a un extraordinario sistema de cuevas subterráneas.
En el cerro Barra Honda, que alcanza cerca de 300 metros de altura, se han explorado al menos 19 cuevas, entre ellas la impresionante cueva Terciopelo, la más accesible, famosa por sus formaciones de estalactitas y estalagmitas.
El parque ofrece senderos que atraviesan el bosque tropical seco, miradores con vistas espectaculares del valle del río Tempisque, un centro de visitantes y servicios básicos, para que cada recorrido revele la riqueza natural y geológica del lugar.
Dentro del Área de Conservación Tempisque (ACT), dos parques nacionales destacan por su importancia ecológica y su riqueza en biodiversidad.
El Parque Nacional Diriá, ubicado en la comunidad de Arado, distrito de Santa Cruz, protege más de 5.426 hectáreas de bosques húmedos tropicales y premontanos, siendo considerado el área silvestre con mayor extensión estatal dentro del ACT, a nivel terrestre.
En este espacio, se alternan bosques siempre verdes y zonas en regeneración natural, hogar de especies como el mono carablanca, pizotes, venados, serpientes y más de 130 aves, entre ellas la pava negra, el pájaro campana y varios colibríes. Su vegetación, compuesta por tempisque, pochote, cocobolo y corteza amarillo, aporta color y vida a este rincón natural.
Por otro lado, el Parque Nacional de Palo Verde, incluido en el Área de Conservación Arenal Tempisque, abarca 19.800 hectáreas y se reconoce como una de las zonas más biodiversas de Costa Rica.
Aquí conviven más de 750 especies de plantas y 280 de aves, incluyendo ejemplares en peligro como la guacamaya roja (ara macao) y el jabirú (jaribú mycteria).
Sus ecosistemas variados (bosques caducifolios, perennifolios, manglares, humedales y pastizales) forman un mosaico natural de gran valor ecológico, que llevó a su designación en 1991 como Humedal de Importancia Internacional bajo la Convención Ramsar. Su fauna incluye reptiles, anfibios y más de 150 especies de mamíferos.
Los visitantes pueden recorrer senderos, miradores y sitios como Isla Pájaros y la Laguna Palo Verde, con accesos desde Bagaces y Nicoya, ideales para la observación de aves y el disfrute del entorno natural.
En el Área de Conservación Guanacaste (ACG), con un terreno terrestre protegido de aproximadamente 120.000 hectáreas y un área silvestre protegida total unas 163.000 hectáreas, los volcanes dominan el paisaje y crean un mosaico diverso de ecosistemas.
El Parque Nacional Guanacaste protege unas 84.000 hectáreas de bosques secos, húmedos y nubosos en las faldas de los volcanes Orosí y Cacao, con altitudes que van desde los 650 hasta los 1.600 metros, donde habitan desde aves tropicales hasta pecaríes y monos.
A su vez, el Parque Nacional Rincón de la Vieja, con 14.300 hectáreas, se distingue por sus nueve conos volcánicos, fumarolas, pozos de barro hirviente y lagunas como Los Jilgueros.
Sus senderos atraviesan bosques secos y nubosos, conduciendo a cascadas como La Cangreja, y ofrecen áreas para picnic y acampada que invitan a disfrutar de la naturaleza.
Por otro lado, en el Área de Conservación Arenal-Tempisque (ACAT), el Parque Nacional Volcán Tenorio protege una de las zonas más lluviosas y biodiversas del país.
Sus bosques muy húmedos y pluviales cubren desde las tierras bajas hasta las alturas del volcán, donde conviven helechos, orquídeas, bromelias y árboles endémicos con tapires, pumas y monos cariblancos.
Los visitantes pueden recorrer sus senderos y miradores para descubrir la riqueza y belleza del volcán y sus ecosistemas.
El Parque Nacional Marino Las Baulas, en la bahía de Tamarindo, protege 175 km2, de los cuales 7,7 km2 son terrestres y 171,36 km2 marinos.
Fue creado para conservar a la tortuga baula (Dermochelys coriácea), la mayor de las tortugas marinas y especie en peligro de extinción, que anida en playas como Grande, Ventanas y Langosta.
Además, se encuentra rodeado de extensos manglares (de mangle rojo, negro, blanco y té) que sirven de refugio a peces, crustáceos, moluscos, reptiles, anfibios y aves.
Los visitantes pueden recorrer el estuario de Tamarindo con guías locales y descubrir los ecosistemas de la zona, mientras la protección de la tortuga se mantiene bajo estrictas medidas.
El Parque Nacional Santa Rosa, declarado Patrimonio de la Humanidad, destaca tanto por su riqueza natural como por su valor histórico.
Alberga la mayor muestra de bosque tropical seco de Centroamérica, hábitat de especies como el venado cola blanca y los monos aulladores, además de playas como Nancite y Naranjo, donde anidan tortugas marinas.
Es también el escenario de la Batalla de Santa Rosa (1856) un hecho clave en la defensa de la soberanía costarricense frente a las fuerzas filibusteras lideradas por el estadounidense William Walker, lo que lo convierte en la única área silvestre protegida del país con un museo histórico.
Entre sus atractivos, el parque ofrece senderos, miradores, playas y lugares emblemáticos como la casa histórica y el Monumento a los Héroes, en un entorno que combina biodiversidad, historia y paisaje natural.
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