MADRID 12 Dic. (EUROPA PRESS) -

Si hay un plato que resume el alma de la barra española, ese es la patata brava. Crujiente por fuera, tierna por dentro y coronada por esa salsa roja que te hace estremecer (a veces de picante), lleva seis décadas siendo la reina indiscutible de nuestras tardes de cañas.

Y cuando cumple 60 años, ¿dónde mejor para rendirle pleitesía que en uno de los locales más longevos y carismáticos de la Gran Vía madrileña?. Mercado de la Reina 12 --ese enorme y luminoso espacio que abrió sus puertas en 2006 y que parece haberse quedado eternamente joven-- ha decidido festejar el aniversario como se merece: sacando pecho con una versión propia que ellos mismos avisan en carta con cierto orgullo guerrillero: ¡Ojo que pican!. Una evolución natural del clásico que respeta la tradición pero le pone actitud.

El local, por si alguien aún no lo conoce, es un espectáculo en sí mismo. Cocina vista donde puedes ver cómo cortan, fríen y emulsionan en directo; barras interminables llenas de vida a cualquier hora y una clientela que mezcla turistas despistados con madrileños de toda la vida.

Y cuando termines de rendirte al homenaje patatero, baja al Gin Club -pionero de Madrid, abierto cuando nadie sabía aún pronunciar botanical-. Más de 40 ginebras premium y una carta de destilados que justifica perfectamente quedarse hasta que la Gran Vía se llene de luces. Porque una celebración así merece rematarse con un gin-tonic perfecto, frío y con su buena dosis de enebro, cardamomo o pimienta rosa.

Mercado de la Reina 12 no ha inventado las patatas bravas, pero sí ha entendido que un icono de 60 años merece ser tratado como tal: con respeto al origen y un toque de insolencia contemporánea. Si pasas por Gran Vía estos días, ya sabes: pide las bravas, aguanta el tipo y brinda por ellas. Se lo han ganado.