
El 17 de octubre, el pulso de Medina de Pomar se acelerará para revivir un momento de su historia. La ciudad se engalanará para recibir al emperador Carlos I de España y V de Alemania, rememorando el último gran viaje del monarca en 1556.
Esta celebración, que cumple su vigésimo sexta edición y ha sido declarada de Interés Turístico Regional, no es solo un homenaje: es la excusa perfecta para sumergirse en un entorno natural y cultural de una belleza inigualable, justo cuando el otoño tiñe de ocres y dorados los paisajes de Las Merindades.
Hace casi cinco siglos, la entonces villa de Medina de Pomar recibió a su visitante más ilustre con grandes honores. El monarca hizo una breve parada en su camino hacia el monasterio de Yuste, su retiro final, y fue agasajado con una fiesta memorable.
Hoy, la 'Ruta de Carlos V' revive ese espíritu con un programa que incluye más de 70 actividades para todas las edades, incluyendo 20 espectáculos musicales y teatrales, cuentacuentos, exposiciones, y un mercado artesanal y gastronómico con más de 40 puestos.
El evento transforma el centro histórico de Medina de Pomar en un gran escenario. Lugares emblemáticos como el Alcázar de los Velasco, el Monasterio de Santa Clara o el Hospital de la Vera Cruz se convierten en el marco perfecto para este viaje en el tiempo. Y mientras la ciudad se llena de vida, sus alrededores invitan a una exploración más profunda, revelando joyas ocultas que hacen de esta región un destino sorprendente.
Si la fiesta del emperador te ha conquistado, no puedes irte sin descubrir los tesoros que te esperan a menos de una hora en coche de Medina de Pomar. Aquí te proponemos cinco lugares que capturarán tu corazón y tu cámara.
Medina de Pomar y sus alrededores te esperan con una mezcla perfecta de historia, tradición y paisajes de ensueño. Es el plan ideal para una escapada de otoño que combina la energía de una gran fiesta con la tranquilidad de la naturaleza.
1. Puentedey: El milagro de la naturaleza
Conocido como el 'Puente de Dios', este pueblo es una auténtica maravilla natural. El río Nela, a lo largo de milenios, ha tallado un arco de piedra monumental sobre el cual se asientan las casas del pueblo. Es una imagen de postal, reconocida como uno de los Pueblos Más Bonitos de España. Pasear bajo el puente y admirar la arquitectura local es una experiencia que te conecta con la fuerza de la naturaleza y la belleza de la tradición.
2. Monasterio de Santa María de Rioseco: La historia que resurgió de las ruinas
En el valle de Manzanedo, el Monasterio de Santa María de Rioseco se levanta como un testimonio de pasión y memoria. Tras años de abandono, los propios vecinos de la zona lo rescataron del olvido, devolviéndole su esplendor de forma conmovedora. Sus claustros sin techo, con arcos góticos que enmarcan el cielo, te invitan a un paseo sosegado, un lugar donde la historia se siente viva gracias al esfuerzo colectivo.
3. San Pantaleón de Losa: Un mirador con alma románica
Elevada sobre una peña, la ermita románica de San Pantaleón de Losa ofrece una de las vistas más impresionantes de la región. La ermita, de una belleza austera y singular, domina el Valle de Losa. El corto camino hasta la cima recompensa con un mirador panorámico que te permite contemplar la inmensidad del paisaje. Un lugar íntimo y sagrado, perfecto para el silencio y la reflexión.
4. Ojo Guareña: El laberinto bajo tierra
Para los amantes del misterio y la geología, el complejo kárstico de Ojo Guareña es una visita obligada. Sus más de cien kilómetros de galerías subterráneas han sido testigos de siglos de historia. La ermita rupestre de San Bernabé, integrada en la propia roca, añade un toque espiritual al lugar. Es un espacio que combina la majestuosidad de la naturaleza con leyendas y tradiciones locales, un destino que despierta la curiosidad y la imaginación.
5. Frías: La postal medieval que cobra vida
Considerada la ciudad más pequeña de España, Frías es una joya medieval colgada sobre el río Ebro. Su silueta, con las casas escalonadas y el castillo de los Velasco dominando el paisaje, es inolvidable. Recorrer sus estrechas calles, cruzar el puente fortificado y subir a su imponente fortaleza es un viaje en el tiempo. Frías es la prueba de que, a veces, los tesoros más grandes se encuentran en los lugares más pequeños.
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